Esta antología de Gervasio Sánchez nos traslada al universo particular del fotógrafo, aquel en el que habitan refugiados de conflictos bélicos con mutilados por minas explosivas, pasando por guerrilleros y niños soldados que muestran sus armas sobre cadáveres acuchillados. En todo momento está mostrando la tragedia humana por medio de sus imágenes, a la vez que nos hace partícipes de la situación al colocarnos en una perspectiva tan cercana al hecho que está sucediendo de la que es imposible huir. No se conforma con apretar el disparador para incluir al sujeto en el entorno de la acción, sino que se convierte en un actor del drama que está a punto de representarse para captar el sufrimiento del herido al lado de su camilla o la agonía de quien va a ser ejecutado a una velocidad mayor que 1/60 de segundo.
Conflictos que asolaron nuestro mundo hace ahora veinte años se pueden recordar gracias a imágenes como las tomadas durante el cerco de Sarajevo durante la guerra de los Balcanes o en pleno genocidio de Ruanda, pasando por las guerrillas de países latinoamericanos en confrontación con los poderes establecidos. En algunas introducciones de la muestra nos recuerda a algunos periodistas españoles muertos en escenarios bélicos, entre los que se encuentran Julio Anguita Parrado, José Couso o Miguel Gil, siendo este último uno de los que vivió el asedio de Sarajevo en un sótano de la ciudad desde el principio hasta el final. Gracias a amantes del reportaje de guerra como los anteriores citados, y al autor de esta antología, podemos visionar las atrocidades que se cometen en diversas partes del mundo, a veces tan lejano para las sociedades de la opulencia, aunque sea a través de unas copias que mezclan el blanco y negro de Robert Capa del desembarco de Normandía con el color de Henry Huet en la guerra del Vietnam. En definitiva, una riqueza visual en pleno centro de Madrid sobre las mayores miserias humanas que fueron retratadas por uno de los mejores fotógrafos actuales de nuestro país.
